La víctima intentó impedir que tres pandilleros siguieran pegando a un chico al que habían roto la mandíbula.
El juzgado de lo Penal número 4 ha condenado a Julián Leonardo Almonte a dieciocho meses de prisión por un delito de lesiones del que fue víctima Óscar G. E., de 33 años, quien salió en defensa de un joven al que estaban apaleando una cuadrilla de pandilleros. También le obliga a indemnizarle con 10.941 euros por las lesiones y 7.652 por las secuelas.
La sentencia considera probado que sobre las 3.30 del 20 de abril, en la avenida de Goya, Óscar G. E. observó a tres jóvenes sudamericanos de raza negra o mulata que estaban persiguiendo a un joven de raza blanca, llamado Mario C., el cual gritaba pidiendo auxilio. Ante esa situación, Óscar G. decidió interponerse y uno de ellos, Julián Leonardo Almonte, se encaró con él diciéndole: "Aparta del medio, mierda blanca" y comenzó a pegarle con un cinturón de hebilla.
La víctima cayó al suelo y aparecieron unos quince individuos, con aspecto de pandilleros, que se sumaron a la agresión. Además de golpes y patadas, uno de ellos le saltó encima. La paliza terminó cuando una joven, no identificada, se puso en medio y logró pararla.
Como consecuencia de estos hechos, Óscar G. sufrió fractura subtrocanterea del fémur izquierdo, policontusiones en la cara y espalda y tuvo que ser operado. Tardó en sanar 200 días y estuvo 17 días hospitalizado. A día de hoy, todavía tiene los clavos quirúrgicos puestos y le ha quedado de secuela una leve cojera.
Para la juez, está probado que Julián Leonardo Almonte es autor de un delito de lesiones, ya que quedó acreditado por la declaración de la víctima y por el reconocimiento que hizo del acusado tanto en fotografías como en rueda. La magistrada explica que aunque Óscar G. dijo que no podía reconocer al que le rompió el fémur, puesto que al tirarle al suelo no podía ver quien de entre los quince que comenzaron a darle patadas le saltó encima, sí que sabe que Julián Leonardo Almonte se encontraba entre ellos y que fue la persona que se le encaró en primer lugar y que comenzó a agredirle.
Aunque el acusado negó los hechos, la juez da más credibilidad a la víctima y lo condena.
1 comentario:
Y el tal Ibarra, calladito y escondido.
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