La casa de José Anglada Rius, líder de Plataforma por Cataluña, sufrió el pasado martes un violento ataque perpetrado por unos 350 magrebíes.
El lunes, varios centenares de norteafricanos
y algunos perroflautas se manifestaron vociferantes frente al
Ayuntamiento de Vich, donde lanzaron consignas contra Anglada y su
formación política. Al día siguiente, los manifestantes apedrearon el
domicilio de Anglada rompiendo los cristales de las ventanas, y
profirieron insultos hacia él y su esposa, además de amenazas de
muerte; los automóviles de la familia y vecinos fueron incendiados, así
como contenedores de basura y mobiliario urbano de la zona.El hecho ha tenido una nula resonancia en la prensa, aunque un concejal comunista de Sarriá-San Gervasio (distrito exclusivo de Barcelona) se ha pronunciado en términos contundentes respecto a la salvaje agresión: “Es el precio de ser fascista”. Y eso lo dice el seguidor de una ideología genocida que ha exterminado a millones de seres humanos, y que muestra su solidaridad con los regímenes basura más abyectos del planeta… como China, Corea del Norte, Cuba o el Irán de los clérigos chiitas.
Los criminales de antaño que sembraron España de chekas, fosas comunes y pulgas, ahora han encontrado unas mesnadas nuevas y fanáticas, pero olvidan que tales huestes castraron y degollaron a todos republicanos que encontraron en su camino en illo tempore.
Que tres centenares de magrebíes asalten con tanto cuajo el domicilio de un representante de los ciudadanos es grave; que la prensa se muestre silente es vergonzoso, pero que la clase política reaccione con tanta tibieza es, sobre todo, peligroso para el futuro.



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