HB.- Un millar de personas se manifestó ayer en Almendralejo (Badajoz) en protesta por la presunta violación que sufrieron dos jóvenes de la ciudad en la madrugada del pasado domingo, supuestamente a manos de dos varones de nacionalidad rumana.
Pocos recuerdan una convocatoria con tanto seguimiento en la localidad, y el acto no fue ni mucho menos tranquilo. La manifestación, que fue autorizada tras ser solicitada por una ciudadana de Almendralejo, se celebró en el parque de la Libertad y tuvo lugar cuando aún no se conocía la detención del segundo sospechoso, lo que en teoría cierra el caso a la espera de que los acusados declaren ante el juez y las víctimas aporten las pruebas.
Mientras tanto, esta presunta violación ya ha tenido efectos en una población de 35.000 habitantes donde en torno a 3.500 personas son inmigrantes.
Por la mañana, el delegado del Gobierno fue preguntado por si temía algún conato de violencia teniendo en cuenta que la población almendralejense estaba muy sensibilizada con el suceso ocurrido el pasado fin de semana.
Germán López Iglesias respondió apelando a la madurez de este pueblo, que en su opinión ya está a acostumbrado a esta situación. Su intuición no fue muy acertada pues aunque no hubo ningún incidente físico, verbalmente el millar de personas allí concentradas sí fue contundente en su mensaje de rechazo a los inmigrantes llegados de este país.
Sin pancartas ni mensajes escritos, se escucharon gritos en contra de la población rumana que vive en Almendralejo y que se ve incrementada cada verano por la llegada de cientos de temporeros que trabajan en la vendimia y en la campaña de aceitunas.
En la plaza, muy concurrida habitualmente por ciudadanos de esta nacionalidad, no se vio ayer por la mañana a ninguno de ellos mientras duró concentración.
Uno de los momentos más tensos se vivió a la media hora de su inicio. Un grupo de manifestantes profirieron gritos contra el alcalde, José García Lobato, y pidió a la multitud que se dirigieran al ayuntamiento.
Este grupo fue seguido entonces por cientos de personas, que se acudieron hasta a las puertas del palacio municipal.
Allí permanecieron más de una hora, durante la que se vivieron momentos de tensión entre los manifestantes y la Policía Nacional, que desplazó a agentes especiales para controlar a la gente. Los agentes cerraron el Consistorio para evitar que los manifestantes entrasen y negociaron con ellos, pues algunos querían subir a hablar con el alcalde, que no estaba en el edificio, por lo que esta minoría se fue dispersando y se marchó de forma pacífica de la Plaza de la Iglesia.
El hermano de una de la chicas, Félix Parra, estuvo presente en la concentración, convocada de modo espontáneo por los ciudadanos por las redes sociales.
Según explicó Parra a este diario durante la semana, cuando estaba inmerso en la búsqueda de los agresores de su hermana y su amiga, su intención -dijo- era que pagaran por lo que habían hecho estas dos personas, no la población rumana.
Ayer, ante los medios presentes en la concentración insistió en este mensaje, aunque esta vez también reconoció que mucha gente de Almendralejo está cansada de determinadas actitudes. Y añadió que su hermana, «una joven muy alegre en estos momentos está hundida sicológicamente».
«Explotados el resto de año»
Por su parte, el Frente Cívico de Almendralejo emitió un comunicado alertando de que hay grupos de extrema derecha que están aprovechando estas circunstancias para culpar a toda la ciudadanía de origen rumano o rumano gitano.
Este colectivo se solidariza con la víctimas, pero recuerda que los rumanos no pueden ser expulsados al ser europeos, por lo que no debe hacerse demagogia. Además, pide «no volver a cometer los terribles errores del pasado, donde con tan lamentables consecuencias se persiguieron a los ciudadanos extranjeros en distintos regímenes, echándoles las culpas de todos los males de la sociedad. Parece que estos días solo se oyen malas palabras para los rumanos que viven en nuestro pueblo, pero nadie dice que durante todo el año son explotados en nuestros campos, recibiendo míseros sueldos muy por debajo de lo legal que deberían recibir».
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