La parroquia de Libiola pertenece a la ciudad de Serravalle, en la región lombarda de Mantua. Esta fue dañada por el terremoto de mayo de 2012 y la iglesia barroca sigue cerrada al público debido a las obras de reparación. El seísmo que arrasó la región noreste de Italia puso en evidencia los problemas de convivencia entre los inmigrantes musulmanes y la población autóctona. Un plato con salsa boloñesa (en cuya elaboración entra la carne de cerdo) fue servida por error a una musulmana, lo que desencadenó unos disturbios masivos en el campamento de damnificados.
El jueves pasado el cura y las dos monjas que dirigen el patronato llevaron a los niños a una excursión por la montaña. Cuatro jóvenes marroquíes que viven en las inmediaciones aprovecharon la ausencia de los religiosos para entrar en el presbiterio forzando una puerta. Robaron lo que encontraron: el dinero de los niños y el beneficio de una velada organizada por las padres, en total unos 80 euros.
Después, los marroquíes han “querido dejar una firma”, como dice la Gazetta di Mantova. Destrozaron la tienda de plástico que sirve de iglesia provisional desde el terremoto. Después orinaron y defecaron sobre el altar. Una vecina los vio escapar y reconoció a uno de los que vive en el barrio. Los carabineros han logrado identificar a los otros tres.
El sacerdote, el abate Eugenio Ferrari ha puesto una denuncia. “Si hubieran robado el dinero porque tienen hambre, no hubiera puesto una denuncia: los habría perdonado. Pero lo que han hecho en la iglesia es un gesto que no se puede tolerar, es incalificable”.
El eclesiástico añade: “Lo siento, pero por lo que parece, ese acto ha sido llevado a cabo por cuatro jóvenes marroquíes. Han demostrado su desprecio hacia nuestra religión. Si yo hiciera la misma cosa en una mezquita, me cortarían el cuello. ¿O no?”.
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