En el reino de Arabia Saudí, donde se practica el islam, las mujeres tienen prohibido trabajar, casarse o acceder a los servicios médicos sin autorización de un familiar masculino. El último fenómeno de las adolescentes saudíes es vestirse como hombres, bien por su orientación sexual o para huir de la discriminación que sufren.
Ante el incremento de mujeres jóvenes con apariencia varonil en las universidades y escuelas, la policía religiosa saudí ha ordenado en los últimos meses prohibir su ingreso en centros de estudios hasta que “rectifiquen su conducta”.Para rehuir la prohibición, algunas estudiantes han optado por dejarse el pelo largo como Nouf, de 19 años. “Desde que empezó a aplicarse esa prohibición, me dejé crecer el cabello para desviar la atención de las porteras de la universidad, pero no renunciaré a mi tendencia”, afirmó a Efe Nouf, que dice que ella no es lesbiana porque no siente atracción por las mujeres y desea contraer matrimonio con un hombre.
Para la estudiante, vestirse y actuar de forma masculina es un acto de rebeldía en una sociedad en la que las mujeres no tienen libertad. Reconoce que hay mujeres que intentan hacerse crecer el bigote y la barba rasurándose la cara, y dijo haber escuchado que se celebran bodas en secreto entre mujeres, aunque nunca ha asistido a ninguna.
La única mujer que ocupa un cargo de viceministra en Arabia Saudí, Noura al Fayez, ha asegurado en un carta dirigida a la organización Human Rights Watch que se está elaborando un plan para introducir la educación física en los colegios públicos femeninos.
Influyentes clérigos musulmanes saudíes, que ocupan cargos gubernamentales y siempre han constituido una base de apoyo para la familia real, han reiterado su oposición a la participación de mujeres y niñas en actividades deportivas. En 2009, un prominente clérigo advirtió de que las niñas podían perder su virginidad al romperse el himen practicando deporte.
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