Otro caso de extorsión ha conmocionado a la opinión pública danesa: tres jóvenes musulmanes exigen a un párroco que pague un impuesto “por protección”, porque la iglesia se encuentra en “su área”. En agosto, Jane Petersen, propietaria del Café Viquingo, se enfrentó a la mafia islámica que le requería el pago de una “tasa”.

En la misma zona, Jane Petersen, una anciana de 67 años, se convirtió en
agosto en una heroína al hacer frente a la extorsión de una banda musulmana. Según los mafiosos el negocio de Petersen se encontraba en su área de influencia, por lo que ésta debía pagar el correspondiente tributo o yizya. Pero la propietaria de El Café Viquingo no se sometió, recibió la solidaridad de todo el país y en su apoyo apareció un grupo en Facesbook llamado “No a los matones, sí a las cervezas”.

Los mafiosos, que tienen muy mal perder, han apedreado El Café Viquingo con los parroquianos en su interior, pero no han conseguido que en el establecimiento deje de correr la mejor cerveza danesa, ni que cesen las chanzas sobre Mahoma y sus secuaces; tampoco los matones, por el momento, han logrado la sumisión del párroco de la iglesia de la Santa Cruz… porque en el lugar todavía la población no es mayoritariamente mahometana. Y es que en los barrios de la capital danesa donde los muslimes prevalecen se impone la sharía, al igual que sucede en Londres y Bruselas, y en tales lares los nativos infieles abonan la yizya y todo lo que sea menester.
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