Abdullah Badr, licenciado por la “prestigiosa” Universidad de Al-Azhar y profesor de Exégesis del islam, ha declarado en el transcurso de una conferencia que los cristianos le producen un profundo asco. Y ha añadido que los musulmanes deben odiarlos sinceramente, con todo su corazón.
El erudito egipcio Abdullah Badr, una eminencia en exégesis islámica, pronunció a finales de marzo una conferencia en la que afirmó que el sentido auténtico de la doctrina “wala bara’wa” (Amor y odio) no es otro que el de amar a los correligionarios de fe y odiar, de acuerdo con lo prescrito en el Corán, a los infieles. Sin embargo, este odio, añadió el cacareante, debe ser profundo, sincero y proceder del corazón, por lo que no bastan las meras e hipócritas manifestaciones de canija aversión carentes de un hondo y prístino resentimiento. Y consecuente con tales postulados, el referido jumento espetó al público asistente al acto que los cristianos le producen náuseas, que no soporta su olor… su mirada ni presencia; y también relató cómo arrojó a la calle unas pitanzas al descubrir que el comercio donde las había comprado era propiedad de un cristiano.
“Odiarás a tu prójimo infiel con toda tu alma y todo su ser”… parece ser la divisa de Abdullah, quien, para fundamentar sus odios y desvaríos, no ha tenido que realizar un gran esfuerzo interpretativo de algunas suras y aleyas:
5.51: “¡Creyentes! ¡No toméis como amigos a los judíos ni a los cristianos!
2.104:” ¡Creyentes! (…) Los infieles tendrán un castigo doloroso.
5.33: “Retribución a quienes hacen la guerra a Alá (…) Serán muertos sin piedad, o crucificados, o amputados de manos y pies opuestos.
9.5: “Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los infieles dondequiera que los encontréis. ¡Capturadlos!¡Sitiadlos! ¡Tendedles emboscadas por todas partes!.
9.23: “¡Creyentes! No toméis como amigos a vuestros padres ni a vuestros hermanos si prefieren la incredulidad a la fe. Quienes de vosotros les consideren amigos, ésos son los impíos”.
9.29: “¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura, no creen en Alá ni en su Enviado (…) hasta que humillados, paguen el tributo directamente”.
9.30: “Los judíos dicen: Uzayr es el hijo de Dios”. Y los cristianos dicen: “El Ungido es el hijo de Dios”. Eso es lo que dicen de palabra. Remedan lo que ya antes habían dicho los infieles. ¡Que Alá los maldiga! ¡Cómo pueden ser tan desviados!
9.124: “¡Creyentes! ¡Combatid contra los infieles que tengáis cerca! ¡Que os encuentren duros!
4.56: “A quienes no crean en Nuestros signos les arrojaremos a un Fuego. Siempre que se les consuma la piel, se la repondremos, para que gusten del castigo. Alá es poderoso, sabio.
Abdullah, un roñoso saco de espantos y babas, ha jurado por Alá cortarle la lengua a los “perros” que ofendan a Mahoma y su doctrina; ha motejado de puta a la actriz Elham Shahin; amenaza con retorcer pescuezos y rebanar gaznates; clama aspado, como Abu Islam, Sehato y otros clérigos, que los cristianos deben desaparecer de Egipto; aventa miedos; atemoriza a las liendres; fantasea con ectoplasmáticas recuas de huríes; dice sufrir arcadas cuando ve a un cristiano y, nadie lo duda, tiene la cara como Alá le compuso las facciones, es decir, contrahecha, tanto como su magra mollera.
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