Christel Golze/Heidelberg.- Recientemente, el viernes por la tarde, tomé el tranvía 23 desde Bismarckplatz hacia Leimen, viajando a casa. Yo vivo en Emmertsgrund. Tres jóvenes, con edades alrededor de 20 años, llegaron al mismo tiempo y se sentaron en un compartimento de cuatro plazas frente a mí. Tenían barbas y gorros bordados sobre sus cabezas, como los que los musulmanes llevan ir la mezquita.
El viaje transcurrió como de costumbre, hasta justo antes de Rohrbach-Sud. Había estado leyendo un libro y los tres jóvenes conversaban en un alemán fluido y sin acento, de lo que se puede concluir que asistieron a la escuela en Alemania. Pero poco antes de Rohrbach-Sud me dispuse a salir y oí a uno de ellos que me dijo: “Nosotros os vamos a destruir a todos vosotros” y “os vamos a echar a fuera”.
Mientras miraba hacia arriba, sorprendida, me levanté para salir y el tercero de ellos me dijo: “Todos vosotros os iréis al infierno si no aceptáis la ley de Alá”. Todos ellos miraron fijamente el crucifijo que llevaba alrededor de mi cuello y sonrieron con aire de suficiencia. Me bajé sin comentarios y los tres continuaron hacia Leimen.
Pregunta: ¿A dónde nos va a llevar todo esto?
NOTA
Esta carta fue publicada por el periódico alemán Rhein Neckar Zeitung.
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