Los saqueadores se hicieron pasar por personal sanitario, pero al ser descubiertos se enfrentaron a pedradas con policías y bomberos.
Los primeros en llegar a la estación de Brétigny fueron unos “jeunes”, término políticamente correcto utilizado por los periodistas francesas para aludir a los jóvenes magrebíes, que pronto infundieron sospechas a policías y bomberos personados en el lugar de la catástrofe ferroviaria. Luego, se constató que los “jeunes”, más que prestar ayuda a las víctimas, estaban rebuscando entre las ropas de los cadáveres e incordiando con avaricia a los moribundos. Pero al ser descubiertos no procedieron los magrebíes a una rápida huida, muy al contrario, defendieron el botín conseguido con decisión, mediante el lanzamiento de piedras a los inoportunos elementos de la Gendarmerie que pretendían frustrar su macabra pero lucrativa actividad.
Evidentemente, la actuación de los “jeunes”, que ha provocado incredulidad y estupor en Francia, no es halal, sino haram. Y no deja de ser desconcertante que en pleno mes del santo Ramadán, un periodo en el que es ilícito y despreciable a los ojos de Alá fumar, tocarse las partes pudendas, yantar y proferir palabrotas, hayan podido unos “jeunes” desposeer de sus pertenencias a cadáveres despedazados y maltrechos ciudadanos infieles.
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